domingo, 30 de marzo de 2014

Lucesitas de colores

Y como no evocar aquellas navidades de manteles blancos bordados, con flores de plata y oro sobre la mesa en el jardín, con sus velas rojas torneadas, y en un esquina dentro de la casa, silencioso, junto al calefactor de pared, plantado sobre la alfombra marrón del living, los resplandores cautivantes de un árbol de navidad, decorado con tanto esmero, que por la noches de la víspera me quedaba horas junto a el, mirando cada reflejo de las metalizadas esferas de colores, las punteagudas lucecitas tibias que cambiaban la escena en cada parpadeo. Las botas, las estrellas, las casitas, e infinitas miniaturas destellantes, que convertían un pinito de plástico verde, en un bosque encantado.

La emoción de esos días previos era inexplicable. Como si algo maravilloso fuera ocurrir, de hecho ocurría, comprendo hoy. Sucedía algo que iba mucho más allá de los regalos, como una brisa de paz y alegría que estuviera haciendo llover partículas de oro sobre el mundo entero, como suaves pompas de algodón acariciando el mundo.

Y sé que fue efectivamente así. Ahora que conozco la crueldad del mundo, la de los niños solos y otras tantas cosas que me arrancan el alma sin piedad, y me dejan sin consuelo, a veces creo, al borde mismo de la locura. Quizás a esa misma fantasía de privilegios y regalos que tuve, me aferró hoy para soportar tanta impiedad y desamparo, de tantos niños.

Y saber por eso que aquello ciertamente fue maravilloso. Y como no serlo, un niño feliz, con un hogar que protegía y se vestía de fiesta, alimentando la fantasía de la felicidad perpetua, que yo sentía y palpaba. No para ocultar una vida triste, que no lo era, sino para sembrar esperanza. No para disfrazar lo que no se es, sino para soñar más allá, atravesando el espejo de la realidad para viajar al mundo de los sueños siempre posibles, entre lucecitas de colores.

Una ilusión que se espera y que promete varios días, para luego consagrar con los abrazos, los besos, los augurios, el brindis y los regalos. Eso fue precisamente en mi infancia la noche buena. Eso era la navidad.

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