domingo, 30 de marzo de 2014

Calles circulares

Estuve a punto de creer que me había ido para siempre de aquel barrio de casas blancas, iguales, con sus calles circulares, que se doblan sobre sí, como un sueño envolvente, o visto de otra forma, como un laberinto de espejos. Recordé entonces que de niño uno podía andar en bicicleta por horas descubriendo siempre una nueva curva, un nuevo pasadizo, y seguir girando por días y noches enteros con el mismo resultado, con la sospecha, quizás fundada, de que el barrio se multiplicaba por sí mismo para descubrir otro barrio, igual, en la profundidad de su propio remolino. O tal vez fuera, pedaleando y pedaleando, que me hubiera expulsado, por fuerza centrífuga, a la mismísima vía láctea desde donde ahora escribo, girando a su alrededor como un planeta. Por eso mismo es que no puedo discernirlo, las dos cosas me parecen reales, si estoy adentro o estoy afuera de sus calles circulares. Las de mi barrio, de casas blancas, iguales.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario